El Comendador Mendoza
El Comendador Mendoza
Obras Completas Tomo VII
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r á su hijo, y siguió tocando el bolero.
Don Fadrique, después de recibir ocho ó diez latigazos, bailó lo mejor que supo.
Al pronto se le saltaron las lágrimas; pero después, considerando que había sido su padre quien le había pegado, y ofreciéndose á su fantasía de un modo cómico toda la escena, y viéndose él mismo bailar á latigazos y con casaca, se rió, á pesar del dolor físico, y bailó con inspiración y entusiasmo.
Las señoras aplaudieron á rabiar.
--Bien, bien --dijo D. Diego.-- ¡Por vida del diablo! ¿Te he hecho mal, hijo mío?
--No, padre --dijo D. Fadrique.-- Está visto: yo necesitaba hoy de doble acompañamiento para bailar.
--Hombre, disimula. ¿Por qué eres tonto? ¿Qué repugnancia podías tener, si la casaca te va que ni pintada, y el
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