Las Solteronas
Book Excerpt
--¿Quién le ha dicho a usted eso?--respondió la abuela.
--Tres personas me lo han afirmado después de la misa de ocho.
--¡Ah!--replicó la abuela mirando al reloj.--Hemos salido a las ocho y cuarenta y son ahora las ocho y cincuenta. En diez minutos se ha hablado mucho.
--Ha rezado usted tanto tiempo a San José, como decía ahora mismo la señora de Robertier, que todo el mundo ha deducido que desea usted casar a su nieta.
--De modo--respondió con complacencia la abuela,--que no se puede rezar a San José por otros motivos...
--No, señora--dijo la omnipotente charlatana,--sobre todo cuando se tiene hija o nieta casaderas.
Y viendo a lo lejos a una de sus amigas, saludó con prisa a la abuela para correr a la recién llegada y emprender con ella el chisme del día.
--Abuela