Riverita
Book Excerpt
--Si vamos al comedor así, me da mamá una tocata... ¡Recontra qué tocata!
Miguel, con quien no había de ir el asunto, se contentó con sacudirse un poco el polvo.
--Mira, vamos al cuarto de Eulalia, al piso segundo, y allí nos podemos lavar... Yo con estas manos no voy al comedor.
En efecto, las manos de Enrique en aquella sazón no estaban visibles.
Subieron con la misma cautela que habían bajado por la escalera de servicio, echó Enrique una ojeada al gabinete de su madre, y enterándose de que estaba allí Eulalia, subieron ya sin temor alguno al piso segundo y se posesionaron del cuarto de aquella señorita. Lo primero que hicieron fue echar el pasador a la puerta a fin de que no los sorprendiesen. Después comenzaron a usar y a abusar de los copiosos medios de aseo que allí existían; sumergieron ambos las manos en la jofaina, que